El Monasterio Del Escorial guarda un sinfín de curiosidades esotéricas, misteriosas y mágicas.
Este monumento está considerado la octava maravilla del mundo y está relacionado con varias leyendas sobre su ubicación y su construcción. En tan sólo 21años (1563 a 1584) se levantó este coloso que alberga nada menos que 4.000 estancias, 2.673 ventanas, 1.250 puertas, 15 claustros, 86 escaleras, 9 torres, 11 aljibes, 88 fuentes, 540 frescos, 1.600 cuadros, con una biblioteca que alberga alrededor de 45.000 libros impresos, más de 5.000 códices de los siglos V al XVIII, considerada la más importante del mundo en cuanto a libros de magia, sólo comparable a la de la Sorbona o a la del Vaticano, y todo, en 35.000 metros cuadrados. Su basílica tiene las medidas del Arca de Noé.
Fué mandado construir por el rey Felipe II, uno de los reyes más poderosos que ha conocido la historia y con una personalidad muy particular; con una gran cultura y un apasionado de las ciencias y las artes, de un marcado espíritu religioso y algo supersticioso, atraído por la alquimia y con preocupaciones universales e ideales altruistas.
Para la elección de su ubicación se rodeó de filósofos,magos, frailes, canteros, así como otros expertos, pero si uno recorre los alrededores puede sentir esa atmósfera espiritual del lugar, en un entorno con una climatología extrema y hostil, muy frio en invierno y caluroso en verano, a los pies del Monte Abantos, con un halo especial que lo hace único y que, probablemente, llevó al rey a construir ese gigantesco edificio, un microcosmos que era a la vez, templo, convento, palacio, colegio y biblioteca. El Monasterio fué construído para conmemorar la victoria contra los franceses de la batalla de San Quintín, que ocurrió el 10 de Agosto de 1557, día de San Lorenzo, que murió martirizado en una parrilla, motivo por el que el monasterio tiene forma de parrilla, pero la fecha también coincide con la destrucción del Templo de Salomón, en un afán de reconstruir, de nuevo, ese mítico templo pero también, con el fenómeno astronómico anual de la visión en el cielo de Las Perseidas. Supuso una ruptura arquitectónica con el Barroco imperante y la sobriedad y austeridad de su edificación estaban ideadas para mandar un mensaje al futuro.En la dirección de las obras intervinieron dos arquitectos, Juan Bautista de Toledo, primero, y Juan de Herrera después, quién dotó al conjunto del diseño de la edificación de una planta cuadrada capaz de transmutarse en un cubo y una esfera, figuras básicas de la geometría renacentista. También es conocido el interés de Juan de Herrera por el ocultismo y las disciplinas que provenían del saber hermético de los antiguos pitagóricos: la astrología y la alquimia incluidos.
No obstante, existe una teoría por la que se cree que se puede acceder al inframundo por las siete puertas del infierno, una de las cuales estaría situada en este lugar y de ahí el motivo de construír el monasterio con una comunidad de frailes, rezando permanentemente, a fín de evitar la salida del maligno.
Felipe II dotó al Monasterio de una de las colecciones de reliquias más ricas del mundo católico, sobre todo, de santos españoles, calculándose más de 7.500 reliquias dispuestas en relicarios que adoptan diferentes formas según la parte del cuerpo del santo que contenga: busto o cabeza parlante, brazos, pero, sobre todo, huesos que se guardan en baldas, en altares construídos a tal efecto, en la cabecera de las naves laterales de la basílica.Creía en el poder espiritual de las mismas como medio de remisión de los pecados, en sus indulgencias y en sus virtudes curativas, e incluso en su lecho de muerte se rodeó de ellas. Muchas de ellas se perdieron en el saqueo del monasterio por parte de las tropas de Napoleón.
El monarca era de una religiosidad extrema y rigurosa, pero también era un apasionado de las artes adivinatorias , la alquimia y la astrología; se cuenta que al igual que otros dirigentes tenía su propio "adivino" y vestía siempre de negro para atraer la influencia benefíca del planeta Saturno sobre su persona. A lo largo de los últimos años de su vida adquirió hasta nueve obras pictóricas de El Bosco y en su lecho de muerte contemplaba de manera obsesiva la famosa composición de El Jardín de las Delicias, un tríptico en cuya tabla derecha, la dedicada al Infierno, fijaba su mirada buscando una respuesta en su viaje al más allá, en una agonía que duró 53 días, en los que el rey sufrió de una manera atroz, según describió el cronista Fray José de Sigüenza. El alba del 13 de Septiembre de 1598, fallecía a los 72 años de edad.
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